Comentario
Junto a los tres grandes centros europeos, una segunda generación de universidades surgió al calor de la protección de los poderes públicos. La búsqueda de prestigio, la necesidad de formar cuadros que integrasen la renacida administración y el intento de evitar una verdadera fuga de cerebros, con la consiguiente pérdida de rentas y absentismo, al tratarse generalmente de clérigos, motivaron la decidida intervención de los soberanos.
A menudo, por otro lado, la decisión política no hizo sino sacar a la luz un ambiente intelectual ya favorable, por lo general ligado a escuelas episcopales, aunque en verdad insuficiente por sí solo para permitir el nacimiento de una universidad.
Este es precisamente el caso de Francia. Sería un error pensar, en efecto, que París borró por completo la floración de las escuelas y cátedras episcopales de Reims, Tours, Soissons, etc. Por el contrario, siguieron existiendo aquí un buen número de estudiantes, cuyos maestros se habían formado a menudo en París. Dos de estas escuelas evolucionaron hacia formas universitarias: Angers, a principios del XIV y Orleans, nacida esta última de la secesión de París de 1229, a la que se sumaron posteriormente estudiantes y maestros boloñeses.
Las otras universidades francesas del siglo XIII se encontraban en territorios legalmente sometidos a París, aunque social y culturalmente todavía extranjeros, como era Occitania.
Montpellier, cuyo "Studium" médico contaba ya con merecida fama entre 1180-1220, se transformó en Universidad en 1289, mediante un privilegio papal concediendo la oportuna "licentia docendi". Un caso similar es el de Aviñón, que si bien nace institucionalmente como universidad en 1303, presenta ya un "Studium", cristalizado desde el último tercio del siglo XIII. En cuanto a Toulouse, es sin duda el caso más atípico. Aunque existía en la ciudad una escuela catedralicia, la fundación de la universidad en 1276 partió desde cero y se explica por el deseo pontificio de difundir la ortodoxia en tierras donde el recuerdo del catarismo seguía vivo. En cualquier caso Toulouse siempre fue un centro modesto, dominado como otros centros meridionales por los estudios de derecho con una clara dependencia boloñesa.
En Italia, y aparte de Padua, surgido en 1222 por una secesión de Bolonia, se crearon otros centros universitarios gracias a decisiones políticas de Federico II en Nápoles (1224) y Salerno (1231) y de Inocencio IV en Roma (1244), Siena (1247) y Piacenza (1248). Sin embargo, este elevado número de centros no debe inducir a error: Salerno estaba ya en decadancia cuando el emperador lo elevó al rango universitario y el "Studium curiale" romano no podía otorgar la "licentia ubique docendi", a pesar de ser un centro superior.
Para la Península Ibérica destacan tres focos de interés: Palencia (1185), Salamanca (1219) y Valladolid (1293). En todos los casos la intervención regia fue determinante en el nacimiento y desarrollo de unos centros que jamás sobrepasaron un mediocre nivel en este periodo. La emulación con las universidades europeas, cuyo ideal recogen también las "Partidas", se tuvo sin embargo muy presente, y así, mientras que Salamanca se inspiró en París, con su dedicación a la teología, Palencia y Valladolid, centrados en los estudios jurídicos, siguieron a Bolonia. Similar al modelo salmantino fue también el caso de la Universidad de Coimbra, fundada en 1288, y que mantuvo siempre íntimos contactos con el centro castellano-leones.